El país africano planea construir una asociación con Green Digital Finance Alliance (GDFA) para convertir el Centro Financiero ubicado en su capital Kigali (KIFC) en una «referencia para las finanzas sostenibles y la tecnología financiera», esto en palabras de Ntoudi Mouyelo (director de inversiones de KIFC). La propuesta es ambiciosa al grado que en palabras del mismo Mouyelo, se pretende convertir a Ruanda en «el Luxemburgo de África para las finanzas verdes».
La alianza entre el KIFC y el GDFA fue acordada en noviembre y ambas partes acordaron desarrollar una herramienta digital para evaluar las credenciales ecológicas de las pequeñas y medianas empresas (PYME). Para poner un poco en contexto, GFDA se trata de una empresa de Ant Group (Jack Ma) cuyo principal giro es utilizar la tecnología digital para mejorar la financiación del desarrollo sostenible.
El programa consiste en incentivar a las pymes para que se vuelvan más ecológicas y sostenibles, señala Mouyelo. Por medio de la herramienta digital que ambas partes desarrollen, se piensa medir la situación actual de empresas para así permitir a los inversionistas evaluar hasta que punto van progresando. Es así que en lugar de excluir a empresas contaminantes, la herramienta tiene como objetivo el incentivar a las empresas para que se vuelvan más ecológicas y sostenibles. Siendo así que medirá el estatus de las empresas y permitirá a los inversores una panorama preciso sobre la situación de las empresas que están invirtiendo. Hablamos de brindar una herramienta de medición sobre la visión de sostenibilidad de inversiones.
¿Ruanda?
Si bien, en los últimos años Ruanda se ha destacado por ofrecer un «buen gobierno, altos niveles de conectividad, eficiencia, transparencia y una facilidad para hacer negocios que ha sido reconocida internacionalmente”, según Nick Barigue, director ejecutivo de Rwanda Finance. Aunado a esto, Ruanda en términos ambientales ha sido de los primeros países africanos en términos de protección ambiental que prohíben los plásticos de un solo uso.
Por otro lado, Ruanda acordó un proyecto de tres años en Kigali con Luxemburgo que recicla desechos para producir energía, fertilizantes, materiales de construcción y postes eléctricos.
Ruanda, una historia de superación.
No todo ha sido miel sobre hojuelas para Ruanda en los últimos 30 años. Pese haber vivido uno de los mayores dramas humanitarios del último cuarto de siglo, hoy por hoy se sitúa entre los países que más rápido crecen y los más favorables para los negocios del mundo.
Pese a ser un mercado relativamente pequeño, la economía de Ruanda ha ido progresando en una media de 7,1% anual en el último lustro. Debemos de mencionar que el crecimiento de Ruanda va muy apegado al mandato del presidente Paul Kagame. Para el presidente con alma de guerrillero que venció a los extremistas Hutus para frenar el genocidio de su país, no existen términos grises. Hoy en día Ruanda es de los países con mayor seguridad, desarrollo, inversión y niveles bajísimos de corrupción; sin embargo este progreso ha sido a costa de tener a su oposición condenada en el exilio o en la cárcel. Esto sin duda pone en evidencia el dominio con puño de hierro que Kagame a ejercido en los últimos años, ello resumido en su simple pero letal frase: «Buscar soluciones africanas para problemas africanos«.
A lo largo de las últimas décadas, hemos visto países desarrollarse y encontrar el estatus de países con mejor Índice de Desarrollo Humano; tal es el caso de Singapur con Lee Kuan Yew. Ante esto, podemos encontrar una similitud entre el pequeño gigante asiático con el encaminado Lukemburgo africano: La mano dura.
Pues ambos gobernantes (Lee Kuan Yew/Kagame) comparten lo que serían dos caras. Una y la más conocida por todos es el crecimiento del 6,1% anual del PIB en Ruanda, la renovación de las infraestructuras del país, que cuenta con buenas carreteras, cobertura de 4G en todo el territorio, una criminalidad similar a la media europea y una limpieza en las calles que ya quisiéramos tener en muchas ciudades en México. Las bolsas de plástico están prohibidas en Ruanda, y cada año multiplican el número de turistas.
Sin embargo, el cambio ha sido por medio de una ficción democrática que sigue modificando su constitución para garantizar el tercer mandato a Kagame. Encima de esto, la mano dura a funcionarios corruptos, extremistas Hutu ha llegado al grado que a todo aquel que se oponga, será acusado de terrorista y de apoyar el genocidio de 1994. Es así que hoy por hoy, las cárceles siguen llenas no solo de perpetradores de la matanza, sino de periodistas que se han pronunciado en contra de Kagame. Tenemos que entender, que no todo cambio es como quisiéramos.
Ante esto, no queda más que observar estas historias y ser conscientes de la manera en la que se ha materializado el cambio en economías potentes en el mundo. Muchos crecimos con ideas malas sobre Ruanda, más de la mano de películas como «Hotel Ruanda» (2004) o libros como «Sobrevivir para contarlo» de Inmaculée Ilibagiza con Steve Erwin. Sin embargo, hay que hacer énfasis en estas historias y estar conscientes que existe el cambio. Debemos estar abiertos a darle la oportunidad a países que se han renovado pese al terrorífico pasado que han tenido para así ver estas historias y tomarlas como guía de superación y cambio. Esto resumido en palabras de Viktor E. Frankl, «No depende de nosotros cambiar una situación, el reto es cambiarnos a nosotros mismos».
