Desde el inicio de su gobierno, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha planteado una política exterior que ha llamado la atención tanto a nivel nacional como internacional. Con su lema de que «la mejor política exterior es la interior», el presidente mexicano ha optado por tomar distancia de ciertos foros internacionales y por manejar una diplomacia que ha sido vista como controvertida y, en muchos casos, conflictiva. Uno de los puntos más destacados de su gestión ha sido la compleja relación con España, a la que ha calificado como una «nueva colonización». En este artículo, exploraremos el contexto y los detalles de esta polémica postura, así como sus implicaciones para México en el escenario global.
La política exterior de AMLO: Una postura crítica
López Obrador ha adoptado una postura distinta respecto a la política exterior en comparación con sus predecesores. Durante su administración, ha evitado participar en foros internacionales importantes y ha reducido el fomento al turismo y la inversión extranjera, argumentando que el enfoque debe centrarse en el bienestar interno del país. Este distanciamiento también se ha visto reflejado en su trato con líderes internacionales, con quienes ha tenido relaciones diferenciadas; por ejemplo, con los presidentes de Estados Unidos y Canadá ha mantenido una postura distante, incluso confrontativa, en ocasiones.
Además, la relación de México con otros países ha sido objeto de tensión bajo el mandato de AMLO. En el caso de la guerra entre Ucrania y Rusia, México tardó en condenar la invasión rusa, fortaleciendo en cambio sus lazos con Vladimir Putin. En América Latina, ha mostrado simpatía hacia gobiernos como los de Nicaragua, Venezuela y Cuba, lo cual ha generado críticas y cuestionamientos sobre su apoyo a regímenes considerados autoritarios.
Relación con España: ¿Nueva colonización?
Una de las relaciones bilaterales más tensas ha sido la que México mantiene con España. Históricamente, los dos países están profundamente conectados por un pasado común de tres siglos de colonización, que dejó huellas culturales, sociales y económicas en México. Sin embargo, López Obrador ha reclamado al gobierno español una disculpa por los abusos cometidos durante la Conquista, una petición que fue rechazada, generando fricciones diplomáticas.
El presidente mexicano ha ido más allá, acusando a España de una «nueva colonización» económica, criticando que las empresas españolas operan en México en condiciones ventajosas, a menudo al amparo de gobiernos neoliberales anteriores. Señala como ejemplo el caso de los expresidentes Felipe Calderón y Georgina Kessel, quienes, tras dejar sus cargos, ocuparon posiciones dentro de empresas españolas, lo cual AMLO percibe como una muestra de corrupción y conflicto de intereses.
Impacto económico y diplomático
A pesar de las críticas, España es el segundo mayor inversionista en México, solo detrás de Estados Unidos. Las inversiones españolas abarcan sectores clave como la energía, las telecomunicaciones y la banca, por lo que la relación económica entre ambos países es sumamente importante. No obstante, AMLO ha insistido en que estos acuerdos no benefician de manera justa a México y ha señalado que las empresas españolas han abusado de su posición.
La «pausa» en la relación con España decretada por AMLO no ha sido revertida, y aunque se esperaba que Claudia Sheinbaum, futura presidenta, tomara pasos para normalizarla, no ha habido avances concretos. La ausencia de una invitación al rey de España a su toma de protesta envió un mensaje claro de que las tensiones diplomáticas aún persisten.
Otros conflictos diplomáticos y sus consecuencias
La política exterior de AMLO no solo ha generado tensiones con España, sino también con otros países latinoamericanos. En Ecuador, la intervención en asuntos internos durante las elecciones presidenciales y la ruptura de relaciones tras el asalto a la embajada mexicana marcaron uno de los momentos más bajos de la diplomacia mexicana. En Perú, la postura del gobierno mexicano de dar asilo a la familia del expresidente Pedro Castillo, detenido por delitos de corrupción, llevó al rompimiento de relaciones con el país sudamericano, acusado a AMLO de injerencismo.
Consecuencias para el futuro de México en el mundo
La política exterior de AMLO ha tenido múltiples efectos, tanto en el posicionamiento internacional de México como en su economía. El aislamiento diplomático y las tensiones con países clave podrían afectar la percepción de México como un destino de inversión segura, además de limitar la colaboración internacional en áreas como el comercio y la seguridad. Asimismo, la falta de una estrategia clara en temas globales, como la crisis climática o los derechos humanos, podría relegar a México a un papel secundario en el escenario global.
Por otro lado, la fuerte concentración de poder y la militarización del país bajo la administración de López Obrador también han sido objeto de críticas. El debilitamiento del Poder Judicial y la falta de certeza jurídica en asuntos internos generan dudas sobre la estabilidad política y económica de México. Este panorama se suma a los retos que enfrentará Claudia Sheinbaum al asumir la presidencia, con una herencia de frentes abiertos en el ámbito internacional y un Congreso que, aunque mayoritariamente oficialista, podría no ser tan dócil como lo ha sido con AMLO.
La política exterior de México bajo AMLO ha estado marcada por decisiones controvertidas y distanciamiento de algunos de sus socios tradicionales. Las tensiones con España, a pesar de ser un aliado económico importante, reflejan una visión crítica y un enfoque de confrontación que podría tener consecuencias a largo plazo para el país. La próxima administración tendrá el reto de redefinir las relaciones internacionales de México y de equilibrar la postura de independencia y soberanía con la necesidad de mantenerse como un actor relevante en el mundo.
En un contexto global cada vez más interconectado, México enfrenta la disyuntiva de abrirse al diálogo y la cooperación o continuar por un camino de aislamiento y confrontación. El futuro de las relaciones internacionales de México dependerá de la capacidad de sus líderes para manejar los desafíos externos con una visión estratégica que promueva los intereses del país sin sacrificar su integridad y autonomía.