Fernando Gutiérrez
Se sabe que habrá un antes y un después. Así es, dentro del sector de sociedades financieras populares (sofipos) ya se habla de cuál será el camino de esta industria una vez que la entidad más grande de estas instituciones, Nu México, se convierta en un banco y migre toda su operación a dicha licencia.
En agosto pasado, se llevó a cabo la más reciente convención de la Asociación Mexicana de Sofipos (AMS), donde se generó información muy reveladora respecto a esta industria que ha sido vista como un catalizador regulatorio ante lo «caro» y complicado que es poner un banco en México.
Sin embargo, más allá de todo lo que se informó por mis colegas que hicieron una excelente cobertura, dentro de las charlas en corto hubo una que me llamó la atención y fue referente a los riesgos futuros dentro de este sector y cómo se deben de analizar.

Pero antes de abundar, hay que recordar que las sofipos son entidades constituidas como Sociedades Anónimas (con fin de lucro) que tienen la misión de fomentar el ahorro y crédito hacia el público en general, especialmente el del sector popular, que tradicionalmente ha sido desatendido por otras instituciones como los bancos.
Los antecedentes de su marco normativo datan de junio del 2001, cuando se publicó la Ley de Ahorro y Crédito Popular; sin embargo, fue en el 2009 cuando se reformó la normativa para que cada figura del sector popular, como las sofipos y las Cooperativas de Ahorro y Préstamo (socaps), tuvieran su propia ley.
A partir de ahí, el sector de las sofipos ha vivido casi de todo: desde la consolidación de modelos de negocio enfocados al sector popular, fusiones, adquisiciones, escándalos como el de Ficrea y ahora, entran a una nueva era no sólo por la transformación tecnológica que vive la industria financiera, sino también en temas como regulación y supervisión.
- ¿Cuáles son los números del sector hasta el momento?
Actualmente, ya podemos hablar de una consolidación del sistema de sofipos y si bien, los retos persisten, es importante mencionar los avances que ha tenido el sector en materia de inclusión financiera:
A junio pasado, el sector presentaba los siguientes indicadores:
- 36 entidades en operación y dos más que ya fueron autorizadas y esperan tener la luz verde para operar.
- 17 millones 598,804 clientes atendidos.
- 999 sucursales por todo el país.
- Activos por 144,082 millones de pesos.
- Captación de ahorro por más de 108,000 millones de pesos.
- Una cartera de crédito de 44,677 millones de pesos.
Pero el camino no ha sido fácil, pues durante su existencia ha habido 13 revocaciones, algunas de manera escandalosa como Ficrea, Alta Servicios Financieros, Operadora Reforma o Proyecto Coincidir, entre otras.
La nueva era del sector
Desde el 2006, Ku-bo, la sofipo encabezada por Vicente Fenoll, trazó el camino para desarrollar modelos digitales (en la medida de lo posible) y de alguna forma, forzar a una regulación que transitara al uso de nuevas tecnologías dentro del sector, que hay que decirlo, las entidades tardaron un poco en reaccionar.
Son contados los casos de sofipos que hasta hace algunos años habían impulsado algún tema de tecnología: Por ejemplo, Solución Asea que desarrolló su propio switch para procesar pagos con tarjeta; ASP Integra que fue de las primeras financieras populares en conectarse al Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios o Crediclub, que supo adecuar su oferta de inversión al tema digital.
Sin embargo, un catalizador de la digitalización en estas entidades se dio a partir de la llegada de tecnológicas a este sector que, para detonar su modelo de negocio, no vieron espacio en la Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera, conocida como Ley Fintech, y les era prematuro aventurarse directamente por un banco, con todo el costo que eso implica.
Muestra de ello es que tan sólo del 2021, cuando se anunció la compra de Akala por parte de Nu México, hasta hace algunos meses, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) había autorizado 14 solicitudes de compras o adquisiciones de estas entidades y tres estaban en proceso de concretarse.
Asimismo, desde el 2021 hasta hace algunas semanas se habían presentado 10 solicitudes para constituirse y operar como sofipos, de las cuales una fue aprobada (Haii Capital) y una rechazada. Es decir, el interés por la figura existe.
Los retos en el horizonte
En octubre del 2023, apenas dos años después de haber anunciado su incursión en el sector de sofipos, la firma Nu México (filial del gigante brasileño Nubank) anunció su intención de convertirse en banco con el fin de hacer más escalable su operación y ofrecer una gama más extensa de productos.
Dentro del sector se rumoraba que el anuncio de la obtención de su la licencia coincidiría con la visita del presidente brasileño Luiz Ignacio Lula da Silva a México para presenciar la toma de protesta de la presidenta Claudia Sheinbaum; sin embargo, esto se disipó cuando se supo que de la fila de las solicitudes que se tenían en la CNBV, la primera autorización que saldría sería la de OpenBank (28 de octubre del 2024) y posteriormente, vendría la de Nu.
Se sabe que dentro de la CNBV le dan prioridad a los procesos de autorización de estos neobancos (¿por qué será?), incluso se dice que los cambios que se darían en el regulador con la llegada del gobierno de Sheinbaum se han detenido, hasta sacar con éxito las autorizaciones.
Durante la convención de Amsofipo, una fuente involucrada con esta industria me dijo: «Lo cierto es que hay que ver al sector con Nu y sin Nu, ahí saldrán muchas cosas».
Si bien con Nu México en el sector de las sofipos, éste ha mostrado crecimiento, especialmente en el aumento del número de clientes, así como de la captación de ahorro, sin esta entidad en el sector, que pronto se irá al rubro bancario, los números quedarían de la siguiente forma, con base en las estadísticas a junio pasado:
- Entidades en operación: 35.
- Número de clientes: 9.7 millones de clientes.
- Activos: 62,457 millones de pesos.
- Cartera vigente: 29,946 millones de pesos.
- Índice de Morosidad: 10.36%
- Saldo en la captación de ahorro: 105,965 millones de pesos.
El reto de la regulación y supervisión
Así, el sector vive una transformación peculiar. Por un lado, las entidades de siempre del sector sorteando los riesgos de mercado y tratándose de alinear a la feroz competencia digital, pero sin dejar de lado la atención a sus indicadores, como el nivel de capitalización, y por otro, las prácticas poco éticas a las que muchas se apegan para librar la presión regulatoria.
Hace algunos meses, dentro de las áreas regulatorias de la CNBV se dio un escándalo debido a la solicitud de una sofipo (la misma de siempre) para emitir obligaciones subordinadas, un mecanismo de captación contemplado en la normativa para estas instituciones con el fin de capitalizar a la entidad; sin embargo, pese a la fuerte presión desde la vicepresidencia de Supervisión de Banca de Desarrollo y Finanzas Populares de la Comisión, el director en cuestión resistió y se apegó a la norma, al no autorizar ninguna emisión hasta no comprobar el origen del dinero (se habla que serían recursos de los mismos ahorradores).
Del 2022 a la fecha, sólo ha habido dos solicitudes para la emisión de obligaciones subordinadas pero ninguna autorización. ¿Por qué la presión? Se habla que la vicepresidenta en cuestión tiene muy buena relación con directivos de la sofipo involucrada, por lo que buscó presionar al director de la CNBV encargado de autorizar por otras formas, incluso lo responsabilizó por la desaparición de un equipo de cómputo de una persona que se jubiló por incapacidad y no regresó a rendir cuentas con la administración de la CNBV.
El director, al ver que la presión ya tenía tintes de acusaciones sin fundamentos, interpuso una denuncia ante la Fiscalía General de la República y eso fue la gota que derramó el vaso. El presidente de la CNBV, tambaleado por la mala reputación que se ha hecho, pidió de inmediato la renuncia de la vicepresidenta del sector.
Desde la semana pasada, se anunció al interior de la CNBV que Eugenio Laris González, con experiencia en la Financiera Nacional de Desarrollo y la Procuraduría Fiscal de la Federación, llegaría a la vicepresidencia de Supervisión de Banca de Desarrollo y Finanzas Populares de la Comisión, ya con el aval del nuevo subgobernador de Hacienda, Edgar Amador Zamora, quien dicen comienza a mover las piezas dentro de los organismos de regulación financiera.
Hay cierta esperanza dentro del sector con un nuevo vicepresidente, pero también cierta cautela: «Nos volvieron a poner a un abogado», dicen algunas voces y sí, lo que ha sido la constante de las dos últimas administraciones, porque de la experiencia en materia de supervisión, mejor ni hablamos.